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REMEDIOS REYES INUNDA DE FLAMENCO SALINERO LA PEÑA DE JAÉN.


Los ancestros gaditanos de su clan flamenco la insuflaron de gracia y duende ante el expectante ambiente que se había creado en la peña capitalina, en la cuarta jornada de su XXXI Semana de Estudios Flamencos dedicada el jerezano Vicente Soto Barea “Sordera de Jerez”. Remedios Reyes Montoya, con próceres de la talla de Roque Montoya “Jarrito” por el lado materno, y de José Cortés Jiménez “Pansequito del Puerto”, por el paterno, demostró conocimiento, solvencia y enjundioso arte flamenco. Cierto que sus inicios como bailaora –estuvo en la compañía de Sara Baras- y sus vivencias familiares, así como los ambientes de su salinera Chiclana de la Frontera, le han conformado una personalidad rebosante de gracia, buen duende y acusa profesionalidad artística, premisas estas a las que contribuyo el acompañamiento de un sensible y joven guitarrista como es Curro Montoya, perteneciente al conocido y artístico clan de los “Jeros” de Jerez.


El recital lo inició la chiclanera por cantiñas-alegrías en línea familiar de reposado compás con subidas y bajadas melódicas en las cantiñas, así como con alta tonalidad en las alegrías. En las soleares se afianzó en el localismo alcalaíno con resonancias de Fernanda de Utrera por La Serneta y Juaniquín de Lebrija, para rematar por Paquirri el Guanté.


En el binario compás del dos por ocho de los tangos se acercó a la creatividad de Pastora Pavón con matices familiares que nos recordaron a “Chiquitete”, aires también de Morente por su conocida letra de “La Estrella”, para derivar a la personalidad de la Repompa de Málaga, y rematar con nuevos ecos de la de los Peines.


Los estilos mineros los abordó con enjundia flamenca con reminiscencias de la taranta-taranto de Manuel Torre, rindiendo posteriormente homenaje a la tierra linarense con el recuerdo de “El Tonto de Linares”, por la famosa taranta que popularizaran Manue

l Vallejo, Canalejas y Fosforito. Su casta cantaora la exaltó con potencia tonal y adecuado matiz “jondo” principalmente por siguiriyero jerezano Tio José de Paula y siguiriya-cabal del Tuerto de la Peña. El recuerdo de Enrique el Almendro a través de su sobrino Manolo Caracol lo expuso con valentía por fandangos, para rematar con pellizco por el de Manuel Torre. Cerró su actuación con bulerías en las que fue alternando los pasos de baile, coplas por el estilo con evocaciones de La Paquera, aires de Jerez por Antonio Mairena, cuplé del utrerano Enrique Montoya, adobadas todas del dominio del escenario.


Fino y sensible estuvo Curro Montoya con un toque muy personal, elaborado de singulares trémolos, dominando con prestancia el traste de la guitarra, marcándole los compases con tonos precisos, a la vez que demostraba la adecuada sincronización que Remedios necesitó.


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